Su tamaño es de unos 14 cm., presenta una banda negra (más ancha en los machos) a lo largo de su pecho amarillo. El cuello y la cabeza son negros, con mejillas blancas. Las partes superiores son verde oliva.Uno se sus cantos o reclamos es un chi-chi- audible a larga distancia.
Se alimenta de insectos y semillas. Los insectos los captura en las hojas, ramas o cortezas de los árboles.Tambien baja al suelo para escarbar con el pico bajo la hojarasca.
Anida en agujeros de árboles, huecos en muros y taludes, grietas de rocas, etc., así como cajas nido preparadas por el hombre. El nido está relleno de gran cantidad de musgo, pelo, lana y alguna pluma. Las puestas se extienden entre abril y junio, y constan de entre seis y ocho huevos. Éstos son blancos, con motas rojizas por toda su superficie.
Hasta aquí no descubro nada que no se pueda leer en cualquier libro de especies animales, ahora os contare algunos detalles que he podido observar de estas simpáticas aves.
Descubrí a principios de mayo en una de mis salidas camperas, una pareja de carboneros que lanzaban continuamente su llamada para localizarse entre ellos, se movían de árbol en árbol, pero sin abandonar un perímetro no muy grande en extensión, hasta que de pronto la hembra desapareció por un agujero producido naturalmente en un viejo algarrobero.
El macho durante bastante tiempo permaneció rotando por diferentes árboles emitiendo su característico reclamo, supuse que con esta acción delimitaba su terreno, además de acompañar y dar seguridad a la hembra en su incubación.
Después de una semana volví por aquella zona, intentando reencontrar a aquella pareja de carboneros, siendo mi alegría mayúscula al encontrar al macho haciendo la ronda cerca de su tan preciado arbol. Permaneci un rato por alli sentado decidiendo continuar mi marcha
sin ver ningun indicio raro que pudiera haber dado al trasto la puesta.
Al cabo de otra semana más , tenia curiosidad de que todo continuara de la misma manera,deseandolo con todo mi empeño,de la misma manera que el que espera un acontecimiento extraordinario.
Efectivamente, después de un buen rato esperando escondido cerca del nido , la silueta primero de la madre saliendo, para acto seguido la entrada el padre por el agujero durante unas cuantas veces seguidas , me aseguraba que el nacimiento de algunos pollos y su continuo cebado se estaba llevando a cabo.
Decidí marcharme contento de que todo fuera evolucionando acorde a las pautas que marca la madre naturaleza.
Una duda me corroía durante toda la semana siguiente y no era otra que; llegaría a tiempo el próximo fin de semana para encontrarlos en el mismo lugar , ya que al no saber cuando había empezado la puesta deducía que sobre los 20 días mas o menos los pollos ya son volantones.
Con desespero llegue el domingo aun a sabiendas que podría tener una gran desilusión al no encontrarlos por allí.
Mis temores fueron acertados , nada de nada ,espere un gran rato sentado detrás de unas zarzas donde siempre me había situado para evitar cualquier tipo de amenaza que hubieran podido detectar. Un sabor agridulce me inundaba ,por un lado que ya hubieran volado del nido sanos y salvos quemando otra etapa de la vida o que pudieran haber sucumbidos al ataque de algun depredador, gatos silvestres , ratas, serpientes, urracas...
Volviendo por la misma senda y no muy lejos de mi ya abandonado algarrobero escuche un pequeño reclamo , que para mi no era del todo desconocido,ya que normalmente un piar tan insistente es casi universal en los pollos de las aves y quiere decir ser alimentado.
Me acerque a un árbol cercano donde escuchaba tan característico sonido y ¡premio! , un volanton de carbonero exigía que le diesen de comer aleteando sin cesar las alas , al poco tiempo aparecieron sus padres , que entre acrobacias buscaban entre las ramas del mismo árbol, sin importarles que me encontrara tan cerca de ellos y de su retoño.
Una vez que ambos acabaron de ofrecerle tan preciado bocado , salieron volando con destino a otro árbol más lejano.
Mi experiencia con las currucas me decía que si había sobrevivido mas de un pollo no estaría muy lejos de allí, así que les seguí al próximo árbol ,donde acerté de pleno ,otra cría no paraba de reclamar su aporte alimenticio y sus padres sobre el mismo árbol , buscaban que poder entregarle.
Esta operación , la llevaron a cabo en seis árboles dentro de un radio de unos 500 m, contando por mi parte hasta ocho polluelos que traían de cabeza a sus padres .De vez en cuando algunos de sus progenitores lanzaba unas llamadas y alguno de sus vástagos se desplazaba hacia otro árbol mas cercano.
Los más pequeños apenas se movían entre las ramas , sin embargo los más grandes ya tenían esa libertad de movimientos que los hace tan inquietos.
Absorto en este documental que estaba transcurriendo en vivo delante de mis narices ,decidí despedirme con mucha alegría, ya que aunque aquella seria la ultima vez donde encontraría a estos protagonistas, el hecho de que ya pudieran volar por su cuenta les daba una gran posibilidad de tirar hacia delante en este apreciado mundo.
Recorriendo el camino de vuelta, en la tranquilidad de una temprana mañana de primavera pensaba para mi ,que sabia es la naturaleza que dota con un instinto diferente a cada una de las especies de los animales , en este caso el desperdigamiento de la nidada , les procuraba una oportunidad de sobrevivir, por un lado si eran descubiertos por un depredador solo sucumbiría uno de ellos , por el otro al estar solos se aseguraban ser alimentados por sus padres que volaban por turnos,a cada uno de sus arboles o ramas sin entrar en competencia con sus propios hermanos.
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